Luis del Cul

Nací en 1909, en la destilería La Rural (hoy Allied Domeq – Hiram Walker) donde viví hasta los veinte años” , comienza diciendo don Luis, quien próximo a cumplir su 88 años sigue activo y preocupado por su lugar, Bella Vista.

Su padre, italiano, era muy joven cuando cruzó el Atlántico a fines del siglo pasado de la mano de don Eugenio Mattaldi, que trajo de la península a gran parte de los obreros para su naciente fábrica  de licores. En ella trabajó durante 50 años, y también en ella formó su familia.

Don Luis del Cul recuerda con lucidez sus primeros años: la infancia en la licorera, su paso por la Escuela  N° 9 y el paisaje bellavistense de entonces: “A mi padre le encantaba la caza, y yo lo acompañaba en las cacerías de liebres y perdices en lo que es hoy el barrio Mattaldi” y agrega “también íbamos al río a pescar y a bañarnos. Era muy pintoresco todo, pero ojo porque el río tenía lo suyo… En una oportunidad, creo que en el año 24, una creciente inundó prácticamente toda la destilería”.

No sabe bien por qué un episodio quedó grabado para siempre en su retina: ¡la llegada del tren! Fue en 1918, cuando luego de una muy prolongada huelga ferroviaria, el primer tren volvía a pasar por Bella Vista; “todos los chicos corrimos a las vías para saludarlo…” nos cuenta con asombro. Tal vez sea espontánea reacción infantil encuentre explicación en los momentos difíciles que vivía el país en aquellos días, y que desembocaría en los hechos acaecidos en Buenos Aires en enero de 1919, y que paso a la historia como la “Semana Trágica”.

“Mis travesuras de infante hicieron que mis padres me enviaran como pupilo al Colegio San Carlos, de los padres salesianos”. Egresó con Medalla de Oro en la especialidad Litografía y, enseguida, ingresó a su primer trabajo en el Instituto Geográfico Militar. Luego, en 1935, un taller gráfico toma sus servicios. Allí trabajó 41 años, hasta que se jubiló.

Pero don Luis brindó gran parte de su tiempo a Bella Vista. A partir de 1941 comienza a actuar en distintas comisiones directivas, desde clubes deportivos hasta asociaciones culturales, de beneficencia, sociedades de fomento, etc., -en total mas de 35- en las que participó muy activamente.

Afiliado al Partido Radical, resultó electo concejal en 1963. Fue Vice Presidente del Concejo Deliberante hasta el 66. Durante su gestión merece mencionarse una actitud poco común en nuestros días: en una sesión se proponía un aumento de 8000 pesos en las dietas de los deliberantes. “Yo voté afirmativamente  por conducta partidaria, pero como en lo personal estaba en desacuerdo, hice público mi rechazo al aumento, que doné a entidades de bien público”. Hoy no se siente representado por ningún político local, y juzga como “bochornosa” la conducta de nuestros concejales.

También, y en dos oportunidades, actuó como Delegado Municipal, “aunque, como siempre, habia mucho para hacer y pocos medios para ejecutar”.

Desde 1957, don Luis es el corresponsal local de La Nación. Recuerda que casi fue empujado a ser periodista. “Un vecino de Bella Vista con quien compartía los viajes al centro en tren, Pedro Spinelli, era por entonces secretario de redacción del diario. El me insistió en que debería aceptar la corresponsalía. Yo no quería porque tenia temor de no poder cumplir con semejante responsabilidad. Finalmente me convenció… Hoy se lo agradezco. El 10 de junio cumplí cuarenta años trabajando para el diario. Antes me publicaban más notas, ahora parece que le dan menos importancia a los temas locales”, se lamenta.

También incursionó en la pintura artística. Un cuadro suyo de Domingo Faustino Sarmiento cuelga en una de las paredes del Consejo Deliberante local, y otro del Gral. San Martín se halla en la dirección de la Escuela Número 6, en Bella Vista.

Muchas más cosas podemos contar acerca de la vida de don Luis, como que es un entusiasta radio aficionado y socio fundador de la sociedad de fomento Gral. San Martín, del Rotary Club local, del Colegio Comercial Ing. Adolfo Sourdeaux y del Circulo de Periodistas de General Sarmiento, del cual fue presidente durante dos períodos.

Pero, seguramente, lo que llena de orgullo es el título de bisabuelo, otorgado por la pequeña Agustina, que alegra los días del siempre inquieto don Luis.

 

 

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