Un 27 de junio de 1846, en la Parroquia Jesús Amoroso de San Martín, se celebró el matrimonio de Juana Rodríguez Córdova con el Doctor Bartolomé Obligado Pérez, vecino del partido de Moreno. Esta unión dio lugar a una familia numerosa, con once hijos: seis mujeres y cinco varones. Todos los hijos varones siguieron la senda del derecho, estudiando en la Escuela de Leyes de la Universidad de Buenos Aires y vinculándose al ámbito judicial, excepto Justino Obligado, quien, siendo militar, incursionó en la política y se convirtió en uno de los primeros intendentes del partido de General Sarmiento.
La familia Obligado-Córdova residía en la capital Federal, pero también poseía una casa de fin de semana en el partido de Moreno. En 1875, Bartolomé Obligado vendió esa propiedad y le adquirió a Margarita Serrano de Ocampos una franja de ocho hectáreas con acceso sobre la calle Gaspar Campos (hoy G. Campos, a la altura de la calle San Juan), Allí estableció una pequeña chacra y construyó una vivienda de estilo mixto. La planta baja, con gruesas paredes de ladrillo de adobe revocadas y revestidas con madera en su interior y un segundo piso, construido completamente en madera y revestido en el exterior con chapas acanaladas que aún se conservan.
Aunque la casa tenía siete habitaciones y amplias galerías, nunca fue habitada por la Familia Obligado-Cordova, ya que el pareja falleció con pocos meses de diferencia antes de poder mudarse. Fue en 1892 cuando Bartolomé Obligado (hijo) heredó la propiedad y la habitó desde el primer día. En ese entonces, se desempeñaba como asesor legal del municipio de General Sarmiento, donde su hermano mayor, Justino J. Obligado, era intendente. Bartolomé, quien no se casó ni dejó descendencia, falleció en 1927.
Dos años después, en diciembre de 1929, la Sociedad de Beneficencia fue informada sobre la donación que Bartolomé Obligado (hijo) les habia realizado antes de fallecer. Por legado testamentario y exclusivamente: «para la formación de un asilo para mujeres pobres vergonzantes de más de 40 años”. Inicialmente, la propiedad se destinó como casa de descanso para las beneficiarias de la Sociedad, pero con el tiempo se convirtió en un hotel con pensión graciable durante todo el año, con capacidad para 14 personas. Las actividades económicas del asilo, como el cultivo de legumbres, la crianza de conejos y aves, y los árboles frutales, eran mantenidas en parte por las pensionistas, quienes también generaban ingresos para el funcionamiento del día a día.
Finalmente, en 1940, gracias a una generosa donación de la señora Ángela Russo se construyó una nueva residencia que hoy lleva el nombre de “Casimira López”. La antigua casa de Bartolomé Obligado está abandonada desde hace mas de 75años, es tal el deterioro que es peligroso ingresar. El tiempo y la falta de mantenimiento han causado daños irreparables.
Aparecen en esta publicación:
- Juana Rodríguez Córdova
- Bartolomé Obligado Pérez
- Justino J. Obligado
- Bartolomé Obligado (hijo)
- Ángela Russo
- Casimira López
Fotos: Manuel Vera – Tomás Dasso S.