Del Otro lado de la Via

Empecemos por surcar la profundidad del tiempo, traer la vigencia de hechos ocurridos, que
tomarán cierto sentido de epopeya. Bella Vista, localidad privilegiada, que permitió ofrendar a la intimidad de sus hijos, la expresión de una comunión indestructible con el medio. Sus раnoramas naturales muy atrayentes, despertó el vuelo imaginativo y la sensibilidad de sus habitantes, que vivieron el gozo del
amor que surge de la tierra y crea en el espiritu público una hermosa expresión comunitaria.
La trayectoria de su pasado, es común a la de todo el municipio de General Sarmiento, al cual integra. Su historia es un simple proceso de población de tierras, que se inicia en los albores de la vida colonial.
Si nos remontamos con la imaginación a sus comienzos, solo veremos campos abiertos y desolados.
Los relatores primeros, refiriéndose a estos lugares, hablan de las pequeñas elevaciones del terreno, de exuberantes y salvaje vegetación, bañada por el lado sudeste, por el rio de Las
Conchas -hoy denominado «Reconquista» de poquísimo cauce,  que según escritos muy antiguos,
mantenia anegada durante la mayor parte del año, a una zona baja y pantanosa El libro IV del «Diario de Aguirre», publicado a mediados del siglo XVII, dice que «el rio de Las Conchas, toma su nombre de una gran multitud de conchas que realmente se crían en sus orillas y el terreno que lo rodea es bajo y expuesto a las inundaciones del río y sólo en buenos dias, se puede andar». El nombre del rio ya surge en los primeros años de la conquista española, figurando por primera vez, en un plano trazado en el siglo XVII, atribuido al Padre Antonio Machoni y en el de Domingo Petrarca, de 1719. En otro de 1749, figura como rio «Conxas» y con el nombre de «Conja» en otro copiado y reducido.
por el teniente coronel José Custodio de Farías, de 1758.
En cuanto a las poblaciones indigėnas que ocupaban estos sitios, Carbia, Gandía y otros historiadores, concluyen que era lugar de «habitat» de los indios
Guaranies de las islas y zona de recorrida de los belicosos Querandíes, que disputaban el dominio del lugar.
Fundada definitivamente ante la ciudad de Santa María de los Buenos Ayres, en 1580, Juan de Garay inicia la subdivisión y reparto de tierras entre sus compañeros de viaje, en prueba de
sus «muy bien ganados merecimientos». Reparte solares en la ciudad. chacras en sus alrededores y suertes de estancias en las costas de los ríos.
Así aparecen poco después, algunas estancias sobre el río de Las Conchas, con sus medidas clásicas de tres mil varas de frente, por media legua de fondo.
La zona que hoy comprende la localidad de Bella Vista, en la extensión del mencionado rio, abarcaba al comienzo de su ocupación por el hombre español,
cinco suertes de estancia repartidas antes de 1632, por los Gobernadores que le siguieron al fundador Garay.
Las aludidas estancias tenian como frente, las costas del rio, con un ancho aproximado de tres mil varas y se extendían hacia noroeste, a una legua y media de profundidad Las dos primeras estancias, a partir del limite con el actual municipio de Tigre (ante de Las Conchas), son ocupadas, a par-tir de 1902, por el Acantonamien-to militar de Campo de Mayo. La que le sigue en orden hacia el suroeste, es la que realmente nos interesa. Con el correr de los años, comprenderia la par-te medular de la localidad de Be-lla Vista..

 

 

…. En 1722, esta estancia perteneció a Martin Sampayo -es la referencia más lejana que se ha podido obtener-. Pasa en 1798,
a poder de Francisco Maderna, casado con doña Josefa de Escobar. Este, a su vez, en 1810, la vende por partes iguales, a Isidro Cufré, quien en 1832 la transfiere a Luis Goya. A esta última fecha, pertenece el primer plano del lugar que ha
llegado hasta la actualidad. Merced al minucioso detalle y puntos de referencia que ofrece, sabemos que en toda la extensión
de esta estancia solo existía la casa de don Luis Goya, rodeada de una gran arboleda, el puesto denominado «de Cufré», la posta denominada «de Cufré», una tapera, el rancho de Vicente Pérez, y el camino real de las postas al Pilar. Esta ruta, apenas
demarcada en el campo, atravesaba el río por el paso de Morales, único punto donde se podia vadear-donde hoy se halla ubicada la Usina de Campo de Mayo-. Continuaba hacia el norte, en dirección del poblado del Pilar-un recorrido muy aproximado, al que cumple hoy la ruta Nº 8.

Veremos luego, que desde ese camino se desprendió más tarde un ramal, que atravesó todo el centro de Bella Vista, hasta llegar a la villa de San José del Pilar, fundada en 1864 por el Agrimensor Adolfo Sourdeaux y que hoy, con el nombre de ciudad de San Miguel, es la cabeza del Municipio de General Sarmiento.
El conocido arroyo de Los Berros, se llamaba por ese entonces «arroyo de Navarro», por atravesar la estancia de los Navarro, ubicada sobre el río de Las Conchas, a partir de la actual calle Gaspar Campos, hacia el suroeste.
Lo demás, eran campos incultos cubiertos de malezas, tierras muy quebradas, que permitían la formación de largas lomas y grupos de árboles distribuidos en pequeños bosquecillos, que servian de pastoreo a gran cantidad de ganado mostrenco, salvajes cаballos y vacas, sin dueños, que pululaban en la amplia sábana solitaria.
La cantidad de ganado había aumentado considerablemente en esta zona, a patrir de 1756, а raíz del Acuerdo del Cabildo de
Buenos Aires, celebrado el 3 de setiembre de ese año, por el cual se mandó echar todo el ganado
disperso en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, hacia este lado del río de Las Conchas, con el objeto de facilitar el fomento de la agricultura en los aledaños de la gran ciudad.  Es necesario agregar, que por el lado de lo que es hoy partido
de Moreno y por el otro, lo que es hoy partido de Tigre -antes pago de Las Conchas- con la estancia del general Pacheco, las
tierras carecían de ganado sin dueño, por haber sido declaradas «de pan llevar» y dedicadas a la agricultura.
El 9 de marzo de 1837, marca la fecha inicial de la gestación de Bella Vista y de San José del Pilar -hoy San Miguel-. Hasta
entonces la gran estancia era solo un dilatado campo de pastoreo. Tierras incultas y despobladas. Extensión virgen, con mucho ganado y pocos habitantes.
El indio era ya problema superado. En esa fecha llega de Francia, Fortunato Poucel. Conocedor de la bondad de estas tierras,  adquiere ese mismo año, de Luis Goya, la totalidad de la estancia, para fomentar en ella la agricultura.
Pero su acción aún no se inicia. Faltaba el brazo motor, que arriba a estos lugares poco después. Es el ilustre marino francés, Adolfo Sourdeaux, Inspector General de Infantería de la marina de su patria, que habia llegado a nuestras tierras en viaje
oficial, integrando la misión Franco-Británica. Esta concertaría un tratado económico y de amistad con el Gobernador Juan
Manuel de Rosas, Su viaje no tendría regreso.
Cumplida la tarea encomendada, resolvió quedarse en el país, que en adelante sería su patria de adopción. Ofreció sus servicios a
la joven república que nacía. Su título de Agrimensor, le posibilitó nuevos afanes. Su derrotero futuro habría de estar cubierto de sacríficios y hechos importantes. Fue un ilustre civilizador que entregó por entero su acción y su vida al progreso de
nuestra patria, con un desinterés y un altruísmo, lo que le valió el bien de la República.
Ayudó a fundar pueblos en el interior de la provincia de Buenos Aires y ofrendó grandes beneficios a la ciudad capital, entre los que estuvieron, dotar de agua semisurgente, mediante la construcción del primer pozo artesano en la plaza Lorea y trazar un admirable plano catastral.
Su arribo al país se produjo en 1845. De inmediato se vinculó con su connacional Poucel, dueño de esta estancia y ambos
ron empeñarse en la tarea de colonizarla.
El 31 de Mayo de 1855, comprometen a propietarios residentes en estos lugares y zonas circundantes, en la gran empresa
de poblar estos campos y hacerlos producir. De su puño y letra, redacta un petitorio al gobierno provincial, solicitando que
se declaren estas tierras «de pan llevar», para dedicarlas a la agricultura. «Desde que así sean declaradas -expresa textualmente- comprometo la contribución de cien colonos extranjeros que vendrán a poblarlas».

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