Por: Historiador E.I Munzon
El 8 de Agosto de 1901, por Ley Nacional Nº 4005, que promulgaron el presidente de la Nación, general Julio Argentino Roca, y su ministro de Guerra, general Pablo Riccheri, se erigió el
campo de maniobras militares, denominado «Campo de Mayo». Abarcó toda el área noreste de gran parte del Municipio, delimitando por ese lado, a la localidad de Bella Vista,
Estupenda fue aquella famosa «Fiesta del árbol» celebrada el 15 de Agosto de 1902, en los jardines de la Avenida Francia, en cuya oportunidad se colocaron los plátanos de ese hermoso paseo público. Concurrió el ministro Riccheri y hablaron en ese emotivo acto de intensa fuerza espiritual, el doctor Ángel Gallardo, el doctor Silvio E. Parodi, por el Consejo Escolar, y el estudiante Juan Benito Bacigaluppi.
Actuó la Banda Militar de Campo de Mayo y con gran solemnidad se enterró un pergamino con la firma de los presentes, al pie de un árbol, acompañado de medallas recordatorias y el programa de ceremonia. Fue la primera «Fiesta del árbol» de Bella Vista y una de las primeras del país.
Estuvieron presentes todos los colegios del Distrito y se hizo correr un tren especial, que trasladó a los invitados desde la Capital Federal. Este acto se repitió en Campo de Mayo, el 15 de Setiembre de 1902, por iniciativa del General Riccheri y luego, por iniciativa de la Unión Comunal y de la Directora de la Escuela Nro. 3, Clorinda T. B. de Munzón, se realizaron brillantes festejos del árbol, en los años 1915, 1917 у 1919.
Fue también inolvidable la fiesta que realizó en 1914, el Ferrocarril, Pacifico con sus autoridades y todo su personal, invitando todos los vecinos de a Bella Vista y zonas aledañas. Se conmemoró el fin de la guerra europea. Se cumplió en el bosque de Mattaldi, duró dos dias y participaron, de ella, miles de personas. Hubo banquetes y todo clase de festejos y diversiones.
Hay una familia que logró destacados relieves en la vida local. Fue la de Gallardo. Su trayectoria se intela, cuando Juan Pedro Esnaola, en 1873, adquiere tierras en la zona. Son heredadas por su hermana, Dorotea Esnaola de Gallardo, «Misia Dorotea», la ilustra figura de los salones porteños.
En 1880, su hijo León Gallardo adquiere su chacra en Bella Vista y en ella levanta un magnifico edificio, que con el tiempo раreció servir de cofre a un pasado de hermosa tradición. Oculta aún entre las primitivas arboledas, parece celosa guardiana del paso lugareño, el que se resiste en desaparecer. En sus parques, aún se conservan árboles de los primeros montes y los caserios, en los cuales el vasco Asconapé fabricaba los famosos quesos de Morón, en las épocas nacientes del pueblo.
En los ambientes de la gran casona, poblada de recuerdos, viejos muebles y adornos que hasta hace muy poco existian, trasuntaban historia y en su salón principal, se conservó el piano en que don Pedro Esnaola compuso la introducción de nuestro Himno Nacional, hoy donado al Museo Nacional.
Don Leon Gallardo vivió la historia naciente de este pueblo y del municipio, e intervino en sus primeros pasos. Fue designado primer Presidente del Consejo Escolar, cargo que no pudo desempeñar. Donó en nombre de su madre el Asilo San José de Bella Vista, hoy ubicado en la localidad de Muñiz. Contribuyó a la erección de la Iglesia Parroquial de San Miguel y fundó el Circulo de Obreros. Donó, en nombre de su madre, el solar para que se levantaran, el edifício de la Escuela Nro. 3 y la Iglesia Parroquial de Bella Vista. Su hijo, Monseñor José León Gallardo, hizo construir la Parroquia San Francisco Solano y donó, junto con sus ornamentos, en nombre de su madre, Angela Lebrero de Gallardo. Se inauguró el 22 de Diciembre de 1906 y fue bendecida en brillante ceremonia, por el Obispo, Juan Nepomuceno Terrero.
Hasta el 28 de Diciembre de 1891, el pueblo solo habia tenido para guardar el orden, unos agentes de policía improvizados que costeaba Luis Hilario Artigue, con uniformes que le habian regalado. Recién en esa fecha, merced a una resolución dictada por el Intendente Obligado, se establece el primer destamento policial, a la orden de un sargento, a quién se le abonaba un sueldo de 24 pesos. Esa guardia desapareció, hasta el 14 de Octubre de 1894, en que el Intendente Ventura G. Coll, se dirigió al Concejo Deliberante, Solicitando que se restableciera nuevamente la policia de Bella Vista y esta corporación votó la cantidad de veinte pesos, para su sostenimiento
El primer servicio de correo local, fue instalado en 1892, atendido por Pedro Vázquez, en el almacén de Domingo Usoz en la Avenida Francia, esquina Sourdeaux. El progreso de Bella Vista se fue encauzando en forma paulatina, merced a la acción del vecindario. Las tierras se poblaron de hermosos chalets y residencias veraniegas, que contribuyeron realizar la magnificencia del lugar. Pero ese progreso no sobrepasaba hacia el noreste, las vias ferroviarias que delimitaban dos zonas completamente distintas. El resto, hasta llegar a los deslindes con Campo de Mayo, erar solo grandes extensiones de tierras casi despobladas y una cantidad de casitas modestas y numerosos ranchos, repartidos en forma desordenada, con calles sin determinar, en medio de un abandono completo.
En 1896, este pueblo aún no tenía luz artificial en sus calles. El Concejal Enrique Goubat, donó a esta localidad, los primeros diez faroles alimentados a querosene, que se distribuyeron en las vías principales. Estaban al cuidado de los vecinos que tenia la residencia más próxima. Este radiante servicio de luz publica, el primero que tuvo Bella Vista, se inauguró el 10 de Abril de 1896.
Este sistema de iluminación se conservó hasta el 18 de Enero de 1906, en que se inauguró la luz pública a acetileno, a una distancia de una cuadra al rededor de la estación, en todas las direcciones.
Cuatro años más tarde, el 21 de Enero de 1910, el Intendente Silvio E. Parodi, dispuso la instalación de luz eléctrica, como un servicio público de mayor extensión.
El tiempo fue avanzando y Bella Vista progresaba día a dia. El vecindario aspiraba a una mayor vida social y asi fueron surgiendo Instituciones de diversa naturaleza. El 14 de Febrero de 1895, se inauguró con un acto muy lucido, el Club de Regatas Bella Vista, nuestra máxima institución social y deportiva de aquellos años. El 6 de Enero de 1907, la Sociedad Francesa de Beneficencia inauguró un importante asilo para ancianos, que luego fue trasladado a la Capital Federal, donde aún funciona. El 3 de Abril de 1907 inició sus actividades, en un suntuoso edificio de dos pisos, levantado en la zona noreste de Bella Vista, sobre la calle San Martin, la Colonia «Eloisa Ponce de Ezpeleta», perteneciente a la Asociación Escuelas y Patronatos.
Hasta aqui se ha descripto la evolución experimentada por Bella Vista, desde sus orígenes hasta el año 1907, en toda la zona comprendida desde las actuales vías ferroviarias del actual Ferrocarril San Martin, hacia el suroeste.
Alli se fundó este pueblo y se fue desarrollando, a medida que iba creciendo su fama, como localidad pintoresca. En realidad fue un pueblo de veraneo, осupado en su mayor parte por hermosas quintas habitadas durante las temporadas estivales, por conocidas familias de la sociedad porteña.
Su aspecto edilicio tenía una característica especial. De calles algo desaliñadas, sin pavimentos, grandes arboledas, magníficos parques y jardines que rodeaban verdaderas mansiones o chalets de vistosas construcciones, que en conjunto, daban al ambiente lugareño, un aspecto sumamente atrayente.
Las familias vivian recluidas en sus quintas y la vida comercial era casi nula, ya que los veraneantes y las familias más pudientes hacían sus provisiones mercantiles en las casas importantes de la Capital Federal, desde donde llegaban vehículos de reparto, en forma semanal, de las más renombradas.
Durante el invierno, la localidad quedaba muy despoblada, con un grupo de vecinos permanentemente afincados o gente humilde, en su mayoría quinteros o encargados del cuidado de las numerosas residencias.
Los comercios radicados en el lugar eran muy pocos y las ventas que efectuaban muy llimitadas, lo que les impedía su progreso.
En muchos sitios, los cercos eran cubiertos por grandes plantaciones de maclura, que jamás se podaban, tomando parte de las veredas. Ocultaban de la vista exterior los edificios. Muchas calles y terrenos casi abandonados, permanecían cubiertos de pastizales y cicutales muy altos, Solía haber muchos animales sueltos en las vías, principalmente caballos y gallinas.
Muchas calles céntricas, vigiladas por la acción de Eduardo P. Moine y los vecinos que integraban la Unión Comunal, se encontraban bien arregladas, con los cercos recortados esmeradamente y vistosas empalizadas en la parte exterior de las veredas, que impedían al ganado destruir los cercos.
Las vías principales estaban totalmente arboladas, generalmente de paraísos, eucaliptus y plátanos, por lo cual en cierta poca del año, el ambiente se hallaba impregnado de un grato aroma muy característico, en el que se mezclaba el que, exhalaban estas plantas, con el que brotaba de las plantaciones florales de los parques y jardines y de los cicutales y matas salvajes.
Numerosos «breaks», tirados por caballos, eran en realidad los medios más corrientes de movilidad, hasta la llegada del automóvil. No faltaban los numerosos jinetes y las cabalgatas juveniles de la gente veraneante, que daban aire de fiesta a las bondades del territorio. Por tal motivo, ciertas fiestas populares, como la celebración del «día del árbol», adquirían contornos descollantes, pues se celebraban en medio de las calles, donde se levantaban dos y escenarios y se realizaban extensas plantaciones.
Hacia el noreste y por el lado del río, solo eran campos, un abandono completo, casas modestas, m-chos ranchos y senderos desaliñados, que pretendian ser calles o medios de comunicación, con grandes zanjones, en medio de tierras muy quebradas, que formaban lomas.
De aqui en más, iremos describiendo esta parte del pueblo, delimitada entonces por las vías del tren por un lado, el rio por el otro, el límite de Campo de Mayo y la zona de Muñiz.
El desarrollo aqui, fue sumamente lento e impedido preferentemente por incompleta despreocupación de los grupos familiares radicados en el lugar, en su mayoría de origen humilde. Poblaban la zona en casas modestas, otras precarias y gran cantidad de ranchos que se esparcían en grupos distanciados uno de otros, o en forma solitaria, abarcando un área. que hoy se halla subdividida en 154 manzanas. Actualmente es un damero que tiene 11 manzanas que van de la calle Senador Morón a Pardo y en el otro sentido, son 14 manzanas, que van de la calle Riccheri a la ruta 8.
Completaban esta zona, en la época que describimos, algunos tambos, por el lado de Muñiz, algunas quintas, un bosque, un hermoso hotel y la chacra de los Gallardo, todo lo cual describiremos en nuestro relato. Por el lado del río, a partir de la calle Senador Morón, veremos luego que era solamente un gran campo que pertenecía a los Mattaldi.
A partir de 1907, con la llegada del ferrocarril, esta zona irá poblándose lentamente. Diez años más tarde, en medio de este lugar, se creará la Escuela Nacional nú mero 128.
En 1882, los hermanos Juan y Mateo Clark, obtienen del Go-bierno Nacional la concesión para construir un ferrocarril que pasará por. Bella Vista, con el primitivo nombre de «Gran Trasandino», cambiando esta denominación por la de «Buenos Aires al Pacifico». El 25 de Marzo de 1888, se abre al servicio público la estación «Muñiz» del tramo Capital Federal Arroyo Pinazo (hoy ciudad de José C. Paz).
En Bella Vista, en esa fecha, no había estación ferroviaria y los vecinos para poder viajar a la Capital Federal debían trasladarse a Muñiz para tomar el tren, a la estación distante unas 20 cuadras de la zona central de nuestro pueblo.
El 13 de setiembre de 1858, dada la gran importancia que habia adquirido la destilería «La Rural» de alcohol Mattaldi, el ferrocarril establece un ramal a dicho establecimiento. Tras ingentes reclamos y gestiones de los vecinos de Bella. Vista, se logra que el 15 de Abril de 1891 se libre al servicio público un apeadero, el que constaba solamente de una plataforma de madera y una casilla sin puertas, que servia además de refugio a los linyeras. Se le llamaba «La casilla»
En 1903 se resuelve, tras nuevas gestiones, dotar al apeadero de ciertas comodidades y se construyen junto a la casilla. primitiva dos habitaciones de madera y zinc. Hasta esa fecha solo existía una vía simple. La doble via y el actual. edificio de material vino después, en los primeros años del nuevo siglo.
Para construir el apeadero la empresa ferroviaria compró una fracción de tierra en forma de triangulo, que era de propiedad de la viuda de don Domingo Merlino.
Junto a las vías, sobre lo que es hoy andén lado noreste de a estación, en su intersección con la calle Moine llamada primitivamente «Pilar» y luego «Centenario»-, don Natalio Roncoroni y Gaudencio Fogo habían levantado un local de chapas de zinc, donde explotaban un bar. Fueron desalojados años más tarde, cuando se amplió la estación y se construyó la doble via.
La actual calle Moine, a partir de la estación hacia el noreste tenia una extensión de dos cuadras. Luego venía el campo. En la primera cuadra, que continuaba a las vias del ferrocarril y sobre una sola mano, la del sureste, se levantaban los únicos cuatro edificios de esa zona: Primero se situaba la casa de Gaudencio Fogo, que era constructor de obras. Le seguía in de Yacachuri, luego venia otra de la familia Solis, y por último, la de Natalio Roncoroni. Las cuatro eran de material, edificadas a la calle y con el frente sin revocar.
En la calle que corría frente a la estación, por el mismo lado, hoy llamada Riccheri y antes Billinghurst, en las primeras épocas no había nada. Luego, en 1905, se construyó un pequeño local de chapa de zinc, donde Antonio Chiappari instaló un café.
Todo lo que es hoy «Parque Mattaldi», era un enorme campo despoblado que rodeaba la fábrica de alcohol «La Rural», de don Eugenio Mattaldi. Era un gran rectángulo que se extendía desde la calle Senador Morón hasta el rio y por el otro lado, desde la Avenida Francia hasta la ruta 8. En todo el largo, sobre la calle Senador Morón antes llamada camino a Morón solo existía una gran tranquera, a la altura de la que es hoy calle Chubut, donde se iniciaba un largo camino bordeado de álamos carolinas gigantescos, que llegaba hasta la entrada del edificio de la fábrica. Recibia el nombre de pasaje «La Rural». Luego, en todo el limite del campo que daba sobre la actual calle Senador Morón, hasta la ruta 8, habia un cerco de tres hilos de alambre de púa, oculto por una espesa plantación de árboles de maclura, de gran tamaño, que jamás se podaban. A corta distancia, uno de otros, se levantaban en las proximidades del aludido cerco, grandes eucaliptus.
Atravesaba este campo en forma diagonal, un arroyo que se conocía en el pueblo con el nombre de «Arroyo de Cirilo». que desaguaba en el rio Las Conchas.
La franja que rodeaba el rio en toda su extensión y con una profundidad de seis o siete cuadras hacia este lado, el terreno era bajo, pantanoso y anegado por los desbordes del mismo la mayor parte del año.
Varios años más tarde se instaló en el centro de este campo de Mattaldi, una familia francesa de apellido Lhez, venida del lado de José C. Paz. Levantó una casa precaria en forma de rancho y explotó un tambo con reparto de leche en la localidad, en Campo de Mayo y algo enviaba a la Capital Federal.
La esposa del dueño de este establecimiento rural «madame Lhez», era una simpática viejecita francesa, que habia sido profesora de los hijos del Presidente de la Nación, general Agustin P. Justo. Ahora, retirada de las actividades docentes, trabajaba activamente en las tareas rurales y se le solia ver diariamente ordeñando vacas, cubierta con un gracioso sombrero en forma de toca.
Sobre el lado de la ruta 8. llamada «Avenida Uriburu», a la altura de la puerta dos bis de Campo de Mayo, en el campo de Mattaldi, se hallaba instalado el viejo horno de ladrillos de los García, donde se habian fabricado aquellos que se utilizaron en la construcción del edificio de la fábrica de alcoholes.
Vamos a describir ahora la calle denominada primitivamente, «A Morón» y luego «Senador Morón», que era la entrada principal de Bella Vista, desde los días iniciales e iba bordeando en toda su extensión el campo de Mattaldi, que ya hemos mencionado.
Recorreremos la misma, arrancando desde la calle primitivamente llamada «Billinghurst» y luego «Riccheri», que pasa frente a la estación ferroviaria de Bella Vista y termina en esa esquina. Nos ocuparemos únicamente de la acera ubicada frente al campo de Mattaldi hacia Campo de Mayo, ya que la de enfrente se hallaba despoblada.
Dijimos que frente a la estación se hallaba el café de Chiappari. En esa misma manzana se levantó después el comercio que llegó a ser de Sánchez Rivas. La actual esquina de Riccheri y Senador Morón era un terreno abandonado. Venía luego el local de lo que fue Unión Telefónica.
En la manzana que le seguía, o sea en la intersección de las actuales calles Senador Morón y Caprera, se hallaba el almacén y peluquería de Juan Merlino. Era un viejo edificio de material, que antes había pertenecido a Bellieri. En esa misma manzana se halaba la casa de la familia Piaggio y otra de Góngora, donde éste tenía instalado un comercio, seguido de una casita en forma de rancho, que era habitada por la familia de Silvano Cruz. Luego venía el pasaje «La Rural», que ya hemos mencionado.
En la tercera manzana, se hallaba un terreno transformado en una cancha de fútbol y la herrería de don Salvador, el Gallego, en la actual esquina de Senador Moron y formosa.
La manzana que continuaba, se hallaba totalmente sin edificar. En la esquina de las que con hoy calles Senador Morón y Misiones, se hallaba el almacén de Gumersindo Da Silva y a continuación, el almacén de Boggio. Después seguía un descampado y atravesaba un callejón denominado «Jovita» y más atrás, una casa.
A partir de aqui, seguían una serie de casas de igual arquitectura, generalmente siempre pintadas de rosa, en un total de 32. Habian sido mandadas a levantar por Vicente Paolini. Las conservaba en propiedad. Se hallaban re partidas en unas seis o siete manzanas, hasta llegar a la actual avenida San Martin y rute 8.
En la esquina de la actual calle Neuquén, antes llamada «Pampa» y Senador Morón, en una casa de Paolini, se hallaba instalado el amplio almacén y casa de alojamiento, denominada «La Fortuna», de propiedad de don Constantino Di Meo.
En todas las obras de acción, Constantino Di Meo era la figura infaltable. Era un vecino muy antiguo de Bella Vista, que se hallaba instalado en los alrededores de 1909 con un comercio da forrajes, en la esquina de las actuales calles Moreno y Maestra Clorinda Munzón. Luego se trasladó al edificio que nos оcupа, cambiando la naturaleza de ese comercio.
Era una figura característica, Un italiano muy alto, muy grueso, corpulento, de grandes bigotes, muy movedizo y dicharachero, con permanente aire de fiesta y simpatía. Integró comisiones de fomento edilicio y fue Juez de Menores y de Paz. Fue jefe de una numerosa familia y era un hombre muy querido, por la bondad que despertaban sus modales y su acción.
Siguiendo hacia Campo de Mayo, por Senador Morón, habia luego un terreno baldio y entre las actuales calles Rio Negro y Andrade, se hallaba el almacén «El Descano», que tenia instalado Pascual Cecilio.
Veremos luego, que a media cuadra de distancia del comercio de Constantino Di Meo, se fundaría en el año 1917 la Escuela Nacional Nº 128.
Pero sigamos describiendo esta zona de Bella Vista, en el momento que se iba a erigir este establecimiento educativo.
En toda el área comprendida entre las calles Senador Morón, Moreno, ruta 8 y vias del Ferrocarril Buenos Aires al Pacifico (hoy Nacional General San Martin), o sea en un radio de 70 manzanas, había diseminadas unas cien casas, en su mayoría modestas y una gran cantidad de ranchos. Trataremos de mencionar las principales, esforzando el recuerdo, para dar una idea del ambiente en que se implantó La nueva casa de enseñanza.
Rodeaban la casa de Paolini, donde se instaló la escuela, otros edificios del mismo propietario y una gran quinta de verduras donde el aludido vecino cultivaba grandes parrales. Con la uva que extraía anualmente fabricaba unas diez o quince bordelesas de un exquisito vino casero, que consumia con sus familiares y amigos.
Al lado del edificio que осuparía la escuela, vivia doña Jesusa, y muy próximas estaban las casas de Miguel Esmeka, de la familia Morales y de la familia Herrera. Había dos ranchos cercanos a la esquina de la actual calle Moine. También habia al lado una casa de madera. Más abajo, el edificio de Cardozo y la casa de Francisco Buzeta. En la esquina de Moine y Misiones se hallaba el almacén de Cúpari y a media cuadra de alli, Dina Góngora tenía otro comercio, donde vendía pasto seco para los animales.
Toda esta zona noreste, lindante con la ruta 8, era despectiva mente llamada en sus viejas épocas, «La Loma de Bella Vista» y salvo unas cien casas de material, el resto eran ranchos en profusión, diseminados en una amplia área, donde habitaba mucha gente de mal vivir, entre los cuales las reyertas y cuchilladas estaban a la orden del día.
El hecho de la proximidad de Campo de Mayo erigido en 1902, donde actuaban individuos enganchados, dado que aún no funcionaban las escuelas militares para grados inferiores, hizo que habitaran la zona personas de baja cultura y malas costumbres, llegadas del interior del país y que algo tenian que ver con la labor militar. Esa gente alojada provisoriamente en casas precarias o inquilinatos, continuamente provocaban graves situaciones, que tenia atareada a la poca policía con que contaba el pueblo y en constante zozobra a la gente honesta que se radicaba en el lugar. Este barrio de La Loma era realmente famoso por las fechorías que se cometían en esos años.
Pero no todo era igual. Moraban en ese despoblado territorio bellavistense personas de trabajo y prestigio. Viejos vecinos que luchaban por desterrar el mal y atraer todo el bien que merecia el lugar.
En las actuales calles San Martin y Rivas se hallaba el almacén de Esteban Cattaneo y en la esquina de Rivas y Río de la Plata el negocio de Ursulina Di Meo de Mattano. Sobre la calle Maipú y Andrade, la carnicería de Antonio Grillo, que también fue almacén.
En la calle San Martin y Misiones, se ubicaba el tambo de Cirilo Deville y el tambo del vasco Galainena se hallaba a una cuadra de Senador Morón y dos de la ruta 8, a la altura de la puerta 3 de Campo de Mayo.
En la calle Moine y Andrade se encontraba la quinta de Coudannes, conocido como «del Coronel«.
Frente a la actual puerta 4 de Campo de Mayo, sobre la ruta 8, se hallaba el restaurante de Salaberri, que luego fuera de Pablo Bonis. Cerca de alli, y en toda la extensión, habia numerosas quintas de verdura y grandes despoblados, manzanas de territorio sin población alguna.
El 3 de Abril de 1907, la Asociación Escuelas y Patronatos de la Infancia, inauguró con un brillante acto, un hermoso y enorme edificio, ubicado sobre la саlle San Martín entre las de Misiones y Formosa, con dos plantes, destinado a asilar y proteger a niños humildes desampаrados, el que dio gran jerarquía al lugar. Frente a este edificio,
se hallaba la quinta de la familia Cobos y hacia el lado de la estación ferroviaria, en la esquina de las calles Chubut y San Martin, se levantaba una hermosa quinta de veraneo, llamada «Villa Otero».
Debemos mencionar, como hecho muy destacado, que la Compañía de Teófilo Lacroze. Libró al servicio público la línea eléctrica de tranvias a Campo de Mayo, el 1ro. de Diciembre de 1914. El viaje se hacía en una hora y cuarenta y cinco minutos, desde su punto de partida que estaba en la intersección de las calles Reconquista y Corrientes de la Capital Federal, hasta su estación final, en la intersección de la ruta 8 y calle Sourdeaux de Bella Vista.
Cercanas a la Puerta 4 de Campo de Mayo, dentro del área que describimos, se hallaban radicadas en el momento de la creación de la Escuela Nro. 128, las familias de Martinez, Denis, Martich, Flores, Salaberri, Piolo, Catáneo, Godoy, Lorenzo, Rodriguez, Alvarez, Gimenez, Mendicchia Sánchez, Galainena Guevra, Bосcazelli, Ricci, Bordón, Aguiar, Acuña, Fuentes Segura, Miño Auberges, Benites, Maltano, etc., etc.
La creación de una escuela en el lugar, era de urgente e imperiosa necesidad. Los niños que nacien, crecían y desarrollaban su existencia en un medio tan precario, en ranchos y pajonales, serían con el tiempo, elementos
negativos para la sociedad. Su incultura era tremenda. Este cuadro social preocupaba seriamente a autoridades y a
mucha gente de bien radicada en ese sitio. Eran en realidad dos Bella Vista, dos aspectos у dos situaciones diametralmente opuestas, separadas por las vías ferroviarias. La zona suroeste, ordenada. hemosa, llena de quintas admirables, y la zona noreste, en el más sorprendente abandono.
Existia una sola escuela, La Nro. 3 de la Provincia, para atender las necesidades educativas de una niñez numerosa. Se hallaba situada en el extremo suroeste del pueblo. Ni siquiera había medios de Transporte que facilitase el traslado de los infante que vivian en lugares sin el beneficio de la instrucción primaria. Estos niños en realidad, eran los más pobres, los más necesitados, los más castigados y por desgracia, los más numerosos. Carecían de instrucción elemental y necesitaban imperiosamente, una escuela más cercana.
Los vecinos hicieron llegar las expresiones de esa necesidad, al entonces Presidente del Consejo Escolar del Partido, Coronel Luis J. Dellepiane. Este tomó con verdadero interés el clamor público e interesó del problema, al entonces Intendente Municipal, doctor Silvio E. Parodi, prestigioso Médico de San Miguel.
Hecho el pedido ante las autoridades del Consejo General de Educación de la Provincia, este autorizó la creación de la Escuela Nro. 9 de General Sarmiento.
Las gestiones fueron aceleradas por el nuevo Presidente del Consejo Escolar del Distrito, Albino
J. Parodi. La falta de edificios adecuados en la zona noreste, impidió ubicar allí la nueva escuela, la que se instaló provisoriamente en una casa de Enrique Machet, en la calle Moreno, entre la de Bañadero -hoy Entre Rios- y de Las Conchas hoy O’Higgins en la zona suroeste. Alli comenzó a funcionar, en Mayo de 1906, con una inscripción de 2 alumnos, la pésima ubicación de la escuela, no permitió solucionar el problema que se había planteado. Funcionaba a más de 15 cuadras del área necesitada y a solo tres cuadras de la otra casa de enseñanza, que llevaba el Nro. 3.
Esta situación se prolongó hasta el año 1911, en que, por gestiones de los vecinos y de los Presidentes del Consejo Escolar, doctor Domingo R. Morón y Florentino Galli, cada uno a su hora, el Consejo de Educación de la Provincia accedió al traslado de esta casa de enseñanza, a un edificio de la calle Chubut, casi esquina Moreno.
Con esta medida quedaba en parte solucionado el problema de la situación de la escuela, pues se encontraba ahora en la zona noreste. Pero aún quedaba un amplio sector, en lugar muy distante. Los niños que vivian en La Loma de Bella Vista, La solución vendrá algunos años más tarde, con la creación de la Escuela Nacional Nro. 128.
Pero antes de entrar a considerar la creación y derrotero de este establecimiento, motivo principal de esta monografia, será útil completar la descripción del área de Bella Vista, comprendida entre las calles Moreno y Pardo y por el otro lado, entre la ruta Nro. 8 y las vias del actual Ferrocarril General San Martin. Con ello se ha de tener un aspecto total de todo el pueblo de Bella Vista, en la época que consideramos.
Esta zona, si bien se hallaba ubicada en el lado noreste, no condecía en su aspecto, al descripto con anterioridad.
En el predio que comprenden las actuales calles Sourdeaux, Misiones, Neuquén y Santa Fe, se hallaba el Park Hotel de propiedad de J. Seyrés, con su gran edificio, rodeado de grandes arboledas y parques, donde se celebraron reuniones sociales de gran jerarquía.
Entre ellas debemos evocar el brillante banquete que se sirvió en homenaje al ilustre pionero, Eduardo Patricio Moine, el 21 de Noviembre de 1915. A esa fiesta concurrió lo más granado de Bella Vista, en prueba de la gratitud que la obra edilicia, tan fecunda y empeñosa, realizada en bien de la localidad, por el destacado vecino, había despertado en nuestros habitantes.
También alli se fundó la Unión Comunal, el 23 de Noviembre de 1913. institución de bien público, que realizó una destacada obra edilicia. En ese famoso hotel, pasaron hermosas temporadas veraniegas, destacadas familias de la sociedad porteña.
Frente al Park Hotel, se extendía un tupido bosque de gigantescos árboles, en su mayoria eucaliptus, que se unian con los de éste comercio, cubriendo una calle sombria y hermosa. El bosque ocupaba una extensión de dos o tres manzanas y pertenecia a Eugenio Mattaldi.
Detrás del hotel, en una superficie comprendida por las actuales calles Sourdeaux, Pampa y Santa Fe, hacia el lado de la ruta 8, se hallaba la quinta «Los Rosales» de propiedad del mismo señor Seyrés, que explotaba una enorme plantación de durazneros cuyo frutos eran vendidos en gran escala, en la Capital Fe-deral, y gozaban de justa fama.
A un costado de esta quinta, un señor de apellido Stile, arrendaba una parte de la misma, donde explotaba un gran vivero de flores, de gran calidad.
Más hacia la estación, por las actuales calles Santa Fe, Corrientes y Chubut, se hallaba la hermosa quinta de Teófilo Hug y otras que la rodeaban, lo demás eran campos y baldios y calles muy poco demarcadas.
En las actuales calles Sourdeaux y Riccheri antes llamada «Billinghurst» se hallaba ubicado el almacén de Claudio Sulpis, con su imponente edificio levantado en una loma y ya cerca de la estación ferroviaria, Moine, Caprera y San Martin, se encontraba una gran fracción de tierra, que pertenecieron a un francés de apellido Galangau, que nunca vino al pais. Esas tierras fueron subdivididas en cuatro manzanas y rematadas en pequeñas fracciones, en el año 1924.
Don Eugenio Mattaldi tenia dos hijos que pasaron su niñez y juventud en Bella Vista, alternando su residencia entre la quinta ubicada frente a la propiedad que fuera del fundador Sourdeaux, en las actuales calles Sourdeaux, entre Maestra Clorinda Munzón y O’Higgins, y la gran estancia «La Luz», que poseía en el deslinde con el partido de Moreno.
Uno de ellos, Pedro, se dedicó al comercio de talabartería, que su padre tenia en la Capital Federal. El otro, Juan, más conocido por el apodo de «El Rubio«, instaló en les alrededores de 1910, en la esquina de les actuales calles Riccheri y Moreno, una cremería y fábrica de manteca y queso.
Las comunicaciones con San Miguel se hacian por la actual Avenida Francia, precioso paseo público que Luis Cobos y Eduardo Patricio Moine habian hecho cercar en sus canteros centrales, mandando construir hermosos jardines. Alli, durante muchas tardes de los días sábados y domingos, concurrían las bandas y fanfarrias del vecino acantonamiento militar de Campo de Mayo, ejecutando tangos, marches patrióticas y música popular, que reunía a la gente del pueblo, en coloridas fiestas.
El camino a San Miguel proseguía derecho, hasta la actual calle Italia, de esa localidad, donde se hallaba la antigua casa de la familia Posse, que fue una de las primeras que se levantaron en el pueblo.
Algunas veces en verano, se podía ir por la calle Billinghurst, hasta Corrientes, cortada por la Chacra de Gallardo. De allí se doblaba hacia la Avenida Francia. Pero en invierno, era imposible realizar ese trayecto, por los grandes pantanos que se formaban frente al bosque de la aludida chacra,
En esta forma hemos descripto todo el panorama de Bella Vista, hasta llegar al año 1917, en que se va a crear la Escuela Nacional Nº 128. De ahora en más, esta evocación histórica luareña se reducirá a referir el origen, vida y desarrollo de esta casa de enseñanza, hasta llegar al Cincuentenario de su existencia