Por Eduardo Ismael Munzón
El martes 10 de febrero último, feriado de Carnaval, en un atardecer brillante, pero triste, cundió la penosa noticia entre el «piberio» de una amplia barriada de
Bella Vista: Federico, cayó muerto en la cancha de fútbol de la Iglesia Parroquial de San Francisco Solano
Pese a sus cuarenta y dos años, Federico López, fue siempre un muchacho sensible y bueno, que llegó hace muchos años
de su provincia natal, para vivir mezclado entre la juventud lugareña, a quien brindó la bondad de su espíritu privilegiado. Era uno de esos seres que aparecen raramente en este mundo egoísta e interesado como justificación de la existencia de las cosas nobles que se pregonan, para vivir olvidado de si propio, entregando a sus semejantes un raudal de virtudes generosas
Vivía solo, ya que desde muy joven perdió sus padres y parientes. Ni siquiera una novia endulzaba el camino sencillo y
claro de su existencia, Por eso los niños y jóvenes pobres y buenos, eran todo para él. Para ellos, sólo fué «Federico», a secas. Los padres lo recibían con afecto en sus
hogares y le confiaban los hijos de corta edad. Sabían de su rectitud y de las cualidades morales sobresalientes que Federico, Era profundamente religioso. Los Padres
Redentoristas de Bella Vista lo recogieron con cariñosa piedad y le brindaron en su colegio el hogar de que carecía. El les confeccionaba algunas de las sagradas vestimentas del culto. También cumplió tareas en la Escuela Fábrica N° 120 de la Nación «Virgen del Valle»- de la localidad de Muñiz y los alumnos de esa
casa de estudios tuvieron en Federico un compañero y un guía.
Los muchachos lo seguían con entrañable simpatia y cientos de jóvenes conservarán en el transcurso de sus vidas, el recuerdo y ejemplo de la generosidad de ese muchacho grande, Pero Federico era un muchacho de excepción para esta hora en que reina la inmoralidad y el egoismo y su existencia no
podia ser demasiado larga
Dios, en su infinita bondad, debia ahorrarle el dolor de un despertar en el que comprobara que su ingenua inquietud había sido inútil y que la mayoría de los seres no saben de gratitud y de esa generosidad que él derramó a raudales, con absoluto desprendimiento.
Asi, el martes, último día del Carnaval de este año, como rara ironía, el Señor lo llamó a su seno, en medio de un partido
de futbol infantil que él había organizado y dirigido en la cancha anexa a la Iglesia Parroquial San Francisco Solano, de
nuestra localidad. Los niños atónitos de dolor y de estupor, lo vieron caer de repente mortalmente herido en medio del campo de deportes. El
corazón de ese muchacho bondadoso había cesado en su maravillosa marcha y la inacción de la muerte física, transformó su
espiritu esa existencia terrena que sólo supo de los bienes calificados que Dios sólo otorga a los elegidos de su reino eterno aquellos niños que lo vieron caer sin
explicarse la realidad de un final tan imprevisto, lloraron a Federico con un raudal copioso de lágrimas sinceras que cayeron piadosamente sobre la tierra, como un homenaje de eterna gratitud hacia ese ser . Sus restos, velados en el Colegio de los Padres Rendentoreristas y tras una Misa celebrada en la capilla de dicha institución, reposarán para siempre
en el cementerio de San Miguel.