Corría el caluroso febrero de 1873 cuando don Pedro Buzzini, decidió comprar un extenso terreno en la esquina de la calle del Retiro y la avenida del Rosario —nombres que el tiempo pasarían a ser Sourdeaux y Francia—. Allí, en ese punto central de Bella Vista, comenzó a escribirse una historia que no tendría fin sino muchos años después, tras atravesar generaciones, transformaciones y silenciosas revoluciones del día a día.
Buzzini levantó un edificio sobrio pero generoso, con habitaciones en la parte lateral y un local comercial al frente. Fue allí donde Domingo Usoz, un hombre de bigotes espesos, corazón comerciante y familia numerosa, instaló una pulpería que pronto se convirtió en parada obligatoria. No era solo un almacén: era el punto de encuentro de la región, donde se detenía la diligencia de uno de sus mejores amigos, Eustaquio Salinas. Eustaquio, con su carruaje cubierto de polvo y noticias, recogía pasajeros y correspondencia, haciendo de aquel sitio una pequeña plaza del movimiento y punto de encuentro.
Fue tanto el tránsito de cartas, noticias y sobres, que en 1892 se oficializó lo que ya era un hábito: Pedro Vázquez, vecino conocido y hombre de confianza, fue designado encargado de la primera estafeta postal de la zona. Desde entonces, cada día sin falta, cumplía con la tarea de recibir despachar sobres y encomiendas.
Años después, Usoz decidió venderle el negocio a Vázquez, quien continuó con el almacén y la tarea postal, hasta que la primera oficina oficial de correos de Bella Vista se instaló justo a la vuelta, en la calle Moreno. Con eso, el viejo edificio dejó su rol de centro neurálgico y quedó solo como vivienda. La esquina se volvió más silenciosa, pero no por mucho tiempo.
Cerca de 1930, las hermanas Dámasa y Tomasa Saavedra Zelaya — dos mujeres muy reconocidas de la época— adquirieron la propiedad, que estaba ubicada en diagonal a la quinta «el Retiro» donde ellas residían. Con un muy buen pasar económico destinaron recursos para la propiedad adquirida, la ampliaron, le agregaron una capilla y la transformaron en algo mucho más profundo: un espacio para asistir a niños vulnerables. Al finalizar las obras, donaron toda la propiedad, que abarcaba un cuarto de manzana, a la congregación de las Hermanas de Santa Catalina de Siena, quienes lo convirtieron en una de sus casas religiosas. Tiempo después, allí nacería el Jardín de Infantes «Virgen Niña», que acompañó a varias generaciones de niños hasta su cierre en el año 2017.
Ese mismo año, como en un ciclo inevitable, la historia dio un nuevo giro. Un grupo inversor compró el predio de 7.800 metros cuadrados. El terreno fue subdividido en 16 lotes conectados por una calle cerrada. Así nació el barrio cerrado «Virgen Niña», pequeño y sereno, con casas de diversos tamaños.
Algún ladrillo de la casa que levantó Pedro Buzzini en 1873 todavía queda, la antigua casona en la que vivió Domingo Usoz junto a su familia y varios empleados fue modificada varias veces y al día de hoy todavía queda algo en pie»
Foto sobre Francia: Original Walter A. Ricardo 1991 – Modificada y coloreada por @bellavist.ar
Fotos Color @bellavist.ar Año 2017 y 2025.