La Muerte del Adolfo Sourdeaux

Ante su total Entrega a los pueblos de Bella Vista y San Miguel, y como testimonio de gratitud publica, en 1876 se le hizo entrega de una artística fuente de hierro adquirida gracias a un grupo de vecinos presididos por Leonardo Pereyra. Hoy dicha reliquia de carácter histórico se encuentra en la calle Sourdeaux y Francia. Anteriormente estuvo en la escuela N°3 custodiada por su personal aunque fue reiteradas veces vandalizada.

En 1875 y en la  pobreza absoluta Adolfo Sourdeaux se vio en la obligación de vender su quinta «El Retiro» a Don Alejo Moine y alquilar la quinta «La Vencedora» de Jaime Escapa. Allí paso sus últimos años con su esposa Sofia Croxet y sus dos Hijas: Angela y Emilia.

 

Un 6 de Julio de 1883 lo sorprendió la muerte en una casa Hospital de Morón, algunas versiones sostienen que la muerte se produce por una hemorragia gastro-intestinal.

Sus Amigos se vieron en la obligación de costear los gastos de su entierro en el cementerio de Morón.

 

 

 

En 1897, ya creado el Partido de General Sarmiento, El Intendente Ventura Coll quiso honrar la memoria del Fundador  de Bella Vista y propició una ordenanza  que dispuso traer los restos del Ingeniero Sourdeaux a San Miguel donde se le rindieron cálidos Homenajes y se velaron en la iglesia Parroquial. Al día siguiente fueron sepultados en el atrio del cementerio San Antonio de Padua de San Miguel. Donde se marcó como sepultura n°1. (Esto no quiere decir que sea la primera, ya existían otras parcelas utilizadas)

En el transcurso de los años también se honró su memoria al designarse el nombre de la calle Sourdeaux a la calle llamada «Del Retiro».  Fue al cumplirse cien años del fallecimiento. se designo con su nombre a la localidad ubicada en el km 30 del ferrocarril Gral. Belgrano Norte.

Un comentario sobre «La Muerte del Adolfo Sourdeaux»

  1. Justo homenaje a este precursor francés, quien tanto trabajo para la naciente comunidad de San Miguel; precisamente durante este año 2023 se cumple el 140° aniversario de su fallecimiento y, en consecuencia, rindo entonces mi humilde homenaje al generoso agrimensor Adolfo Sourdeaux. Abel Alexander.

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